En tierras de Quiroga fue uno de los pocos sitios de Galicia donde se mantuvo el cultivo de los olivos y la elaboración de aceite de forma artesanal más allá de la prohibición de su cultivo por parte
de los Reyes Católicos, para favorecer otras zonas de su reino.
El clima cálido y tierras fértiles de la zona favorecen el crecimiento de los olivos para elaborar el "oro del Sil" o también llamado el "oro verde" de los romanos, ya que se produce un aceite virgen extra de excelente calidad, limpio y brillante.
Todo parece indicar que las aceitunas eran comidas por los primitivos pobladores, pero que desconocían el método para extraer aceite de ellas. Serían los romanos quienes harían extensivo este cultivo con semillas traídas desde el Mediterráneo y aplicarían sus métodos de extracción de aceite.
Desde Galicia entre los siglos II y III salía más aceite hacia Roma que desde cualquiera de los territorios conquistados. El cultivo del olivo llegó a ser tan importante, que se llegó a delimitar con cuantos árboles podía contar cada propietario 🧐.
El molino de aceite (almazara) de la parroquia de Bendilló, en Quiroga -Lugo-, es un ejemplo vivo de las construcciones que se empleaban desde la antigüedad para producir aceite. Se estima que puede tener unos 300 años y fue restaurado en el año 1993.
Es propiedad de la familia de Guillermo Nogueira Veloso, gran impulsor y promotor de la recuperación del aceite de Quiroga, cuya placa homenaje podemos ver al lado del molino, y que gracias a él sigue produciendo de forma artesanal.
Alrededor del molino se celebra cada año sobre el mes de mayo, la Muestra del Aceite de Quiroga, que en este año 2022 va por su 22 edición ya que se celebra desde el año 2013. Está declarada Fiesta de Interés Turístico de Galicia.
En ella se realizan varias moliendas con catas y venta de productos de la zona como castañas, vino, licores o miel con varios puestos de venta de cosecheros de la zona, donde la música y bailes tradicionales no pueden faltar.
El molino está formado por una "pía de moer", que es la piedra circular con canales en los márgenes, y que lleva en el interior otra rueda, la moega, que gira gracias a la fuerza de un burro o mula, moviendo un espigo de hierro embutido en la parte superior de una viga de madera. La aceituna la van echando con las manos o cestas en una tolva de madera, de la que cae poco a poco y se va aplastando.
Se vierte agua caliente sobre la pasta formada en los capachos o cestas para separar los restos más sólidos. Se pasa luego allagar para prensarla con el mazo. Agua y aceite se recoge en unos grandes calderos de madera donde el aceite flotaba y era fácil de separar.
No se desaprovechaba nada, ya que el hueso y restos sólidos -garabuña-, eran aprovechados como combustible para las cocinas.
Se trata de un aceite bastante fuerte con un 0,6 - 0,7 grados de acidez, pero también muy apreciado para ungüentos y ensaladas.
Al lado del molino está la Capilla de San Xoán también conocida como de
Capela das Farrapas, ya que al estar al lado del Camino de Invierno a Santiago de Compostela o Camino Real, los caminantes solían despojarse en este punto de sus harapos.
También era conocida como Capela de Vilar. Fue restaurada al igual que el molino en la primera década del siglo XXI.
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