A pie de la Nacional 120 a su paso por Quiroga y con vistas privilegiadas sobre el río Sil, podemos ver los restos de una antigua fortificación sobre un montículo. Se trata del Castillo de Os Novais, también conocido como Torrenovaes.
Para acceder hasta él, basta con seguir las indicaciones y luego subir una cuesta de tierra entre las casas del pueblo. No tiene pérdida.
Lo que podemos ver hoy en día son los restos de dos edificaciones diferentes construidas entre los siglos X y XIII. Una de ellas es la Torre del Homenaje y el otro el Palacio de la Encomienda, que fue sede de los comendadores y Caballeros Hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén, desde donde realizaban los controles administrativos de su encomienda pudiéndose ver la Cruz de Malta, símbolo de esta orden religiosa, sobre su entrada.
Se puede acceder al interior por medio de unas escaleras de madera con barandillas, aunque un poco deterioradas, y a través de una de sus ventanas disfrutar de las privilegiadas vistas al río Sil y al valle de Quiroga.
A pesar de lo poco que se conserva, se distinguen los restos de los muros perimetrales, fosos, ventanas y puertas.
La torre del castillo data del siglo X, es de planta cuadrada y posiblemente sobre levantada sobre otra construcción anterior.
Los Caballeros Hospitalarios pertenecían a una orden religioso-militar que estaba establecida en la comarca, y serían los que levantarían el palacio en el siglo XIII para defender su fe, garantizar la paz y para servir como archivo de la Encomienda de Quiroga, que era la más importante de cuantas propiedades tenía la orden en Galicia.
Sin duda un lugar estratégico por su altura, permitiéndoles controlar todo el entorno, y al estar al lado del río Sil y muy cerca de una ruta que unía Galicia con la meseta, hoy el Camino de Invierno.
Los peregrinos que se dirigen hacia Santiago de Compostela en esta etapa entre Valdeorras y Quiroga, tras pasar Montefurado, Bendilló y O Soldón, llegan hasta el pueblo de Os Novais y sin duda visita obligada, es subir hasta el castillo.
Y cómo no, cuenta con una leyenda en la que se dice que la hija del señor de Os Novais, una chica rubia y muy guapa (como no podía ser de otra manera 😊) estaba enamorada de un joven campesino que vivía al otro lado del río Sil.
Los dos enamorados se encontraban cada noche bajo el río, en un túnel que unía ambas orillas. Cuando su padre se enteró de la relación de los jóvenes, manda a sus criados tapiar el túnel por ambas entradas cuando estos se encontraban dentro.
Se dice que las pepitas de oro que se encontraban el el Sil procedían de los cabellos rubios de la joven y que en noches de luna llena, se escuchan los gritos de ambos enamorados por la noche. 👻
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