Al norte de la provincia de Burgos, en la comarca de Las Merindades, está Espinosa de los Monteros que con ese nombre tan noble, ya nos hace presuponer todo el patrimonio que nos vamos a encontrar en la villa.
Y así fue, porque Espinosa, tras la ciudad de Burgos, es el conjunto histórico con más monumentos de toda la provincia.
Tierra de personajes históricos y cuna del cuerpo de la Guardia Real, Los Monteros, fundado en el año 1006 por el Conde Sancho García en agradecimiento a Sancho Espinosa, su mayordomo, quien le salvó la vida.
Pero en su amplia historia no me voy a detener, os contaré directamente todo lo interesante que te vas a encontrar en el pueblo 🏰
Nada más llegar nos encontramos con el
río Trueba y una amplia área recreativa con piscinas naturales y zona verde para tomar el sol.
Desde aquí vemos la Torre de los Velasco restaurada en el siglo XV cuando es comprada en ruinas por esta familia. En ella se conservan cinco escudos heráldicos.
Entre sus calles veremos casonas, palacios, muchos escudos en sus fachadas y más torres fortificadas como la
Torre de los Monteros conocida como Palacio del Marqués de Legarda; la
Torre de los Azulejos del siglo XVI;
Torre Berrueza del XII;
Torre Pumarejo o Casa de los Cubos del XV o la
Torre de Cantimplor y la
de las Herradoras.
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Casona del General Marcide |
Palacetes o Casonas como la Casa de las Porras, Casa de los Sainz de Baranda, Casona de los Santayana, Casona del General Marcide
o Quinta México, nos hacen ver su pasado noble y lleno de esplendor.
En el centro está la Plaza de Sancho García donde podemos ver además del edificio soportalado del Ayuntamiento, la Iglesia de Santa Cecilia del siglo XVI reconstruida sobre otra anterior.
Los martes hay mercado en esta plaza y se llena de puestos de ropa y comida.
Muy cerquita está el Palacio de Chiloeches con una impresionante fachada. Era la residencia del Marqués de la Gándara en el siglo XVI, pero lleva el nombre del Marqués de Chiloeches que lo compra y reconstruye en el XIX.
Otros palacios son el de los Fernández Villa o el Palacio de los Cuevas Velasco mandado construir en el siglo XVII por don Pedro de Velasco y Bracamonte que era el mayordomo de Felipe IV.
Y abandonamos la villa dirigiéndonos hacia el norte, a Cantabria, pudiéndolo hacer por tres puertos de montaña diferentes como son: el Puerto de las Estacas de Trueba, el Portillo de Lunada o por el Portillo de la Sía accediendo al Parque Natural de los Collados del Asón.
Nosotros lo hicimos por el
Puerto de la Sía que con sus 1246 metros de altitud, nos ofrece a nuestro paso unos paisajes de postal hacia los valles de los ríos Sía, Gándara y Asón.
Seguimos la carretera hasta entrar en el Parque Natural Collados del Asón, que aunque todo el camino es un puro espectáculo, uno de los puntos donde podemos aparcar y admirar el valle es desde el Mirador de los Collados que lo veremos a nuestra izquierda.
Desde aquí vemos la serpenteante carretera que vamos a seguir hasta llegar a otro mirador que es el del
Nacimiento del río Asón, pero ojo que está en una curva muy cerrada.
No llevaba mucha agua y en las fotos no se puede apreciar bien, pero este río nace en forma de cascada de cola de caballo con más de 50 metros de altura sobre unas paredes calizas verticales. También se le conoce como Cascada de Cailagua.
Toda esta zona está llena de rutas de senderismo y además está poco masificada (al menos de momento), pero nos centraremos en la que nos lleva hasta la base de la cascada que forma el río Asón.
Hay dos formas de llegar, una de ellas y la mas corta es coger un sendero que nos encontraremos en la siguiente curva cerrada después del mirador. Hay un cartel pequeño de madera y si no vas atento, no lo verás. Desde ahí solo queda seguir el camino a pie unos minutos y ya nos encontramos en el pie de la cascada.
La otra, y también la más bonita, parte del pueblo de Asón que veremos unos kilómetros más abajo siguiendo la carretera. Una vez pasada la ermita de San Antonio y las casas rurales hay sitio para aparcar y comienza la ruta.
Discurre en su mayor parte a la sombra y en terreno plano, siguiendo las marcas amarillas y blancas entre un frondoso bosque de hayas y robles. Son menos de 4 kilómetros ida y se puede hacer circular volviendo por la carretera.
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