Otra pequeña ruta fluvial por la comarca de Pontevedra, esta vez en la parroquia de San Mariño de Verducido, un poquito antes de llegar al embalse de O Pontillón do Castro. Se trata de los Molinos de O Roxedoiro entre los que se encuentra la fervenza de Verducido.
Al pie de la carretera PO-224 que baja hasta Bora, vemos un monolito de piedra que nos indica Parque Roxedoiro, junto a dos mesas de piedra a orillas del rego do Carbadoiro, que es un afluente del río Verducido.
La pista forestal que vemos a la izquierda nos conduce hasta la altura del tercer molino, pero es mejor ir por la parte baja para ver con detalle lo que queda de unos molinos malamente rehabilitados con techo de cemento 😏si, como os lo digo, es la parte chocante de esta ruta.
Algunos de los molinos, de los 6 que hemos podido contar, conservan su estructura de piedra original, pero los que tienen techo, se lo han hecho con una plancha de cemento / hormigón, así sin más. El resultado es feísimo y chocante. Lo podéis comprobar en las fotos.
Por la parte baja pasaremos al lado de los tres primeros y, aunque no hay camino marcado, se puede acceder sin apenas dificultad a pesar de la vegetación. Si el río lleva poca agua se puede bajar entre las piedras, ya que hay una altura de un metro aproximadamente, y forma unas pozas y pequeñas fervenzas a su paso.
Luego ascendemos hacia la pista forestal campo a través, o sea, como podamos, es una cuesta de unos dos metros y no demasiado pendiente. Se hace bien. Arriba tenemos el cuarto molino en ruinas pudiendo ver el viejo canal de agua totalmente lleno de tierra y hierbas.
Entre el muro de una finca de cultivo iremos hacia la parte alta que es donde están las ruinas de dos molinos más y una fervenza un poco más alta que las anteriores que es la denominada fervenza de Verducido, de apenas 3 metros de altura.
Aprovechando que el agua que llevaba el río no era demasiada, atravesamos hacia el otro lado saltando entre las piedras y en la otra orilla encontramos las ruinas de otro molino entre eucaliptos y acacias.
Por una pequeña corredoira un poco complicada por la presencia de ramas tiradas de árboles, llegamos a la carretera, unos metros más arriba de donde iniciamos el sendero anteriormente.
Esta última parte está de monte está todo lleno de eucaliptos y la única nota agradable la pone la flor amarilla de la acacia que salpica de color primaveral el camino.
Al otro lado de la carretera hay otro molino cerrado que parece por su aspecto que todavía está en uso.
Es una ruta muy pequeñita, apenas 1 kilómetro de recorrido total, pero al no haber camino trazado en su mayoría, hace que sea toda una aventura.
Muy cerquita se encuentra el embalse de Pontillón do Castro con un paseo fluvial más largo y lleno de encanto que os explicaré en una próxima entrada.
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