En medio de la naturaleza, en el interior de Galicia en una finca de 400.000 metros cuadrados y apartado, era el lugar ideal para construir un complejo hospitalario dedicado a enfermedades que provocaban miedo en la sociedad de 1959.
Iba a ser la leprosería de Galicia pero debido al descenso de esa enfermedad, se readapta el proyecto para lo que fue, un sanatorio psiquiátrico pionero con una capacidad superior para lo habitual en sus años, se diseñó para albergar a 400 personas, cifra a la que nunca llegó.
La dirección del centro corría a cargo del Dr. Manuel Cabaleiro Goás, figura fundamental de la psiquiatría en Galicia siempre en lucha contra el estigma social relacionado con las enfermedades mentales. Llevó a cabo en el hospital novedosos proyectos que incluían actividades para los enfermos como trabajos agrícolas, cocina, comedor, barbería, imprenta, cestería, encuadernación, zapatería, carpintería, alfarería o cerámica. Además fue el primer psiquiátrico de España que disponía de psicólogos en su plantilla.
El hospital de Toén adquirió prestigio internacional a lo largo de los años 60 y 70 por la gestión realizada desde la dirección hasta el fallecimiento del Dr. Goás a los 59 años de edad en 1977.
Siempre estuvo a favor de la integración de los pacientes en la sociedad, escribió libros sobre ello y creó la Fiesta del Enfermo con un día lleno de actividades, como actuaciones musicales, partidos de fútbol y representaciones teatrales a la que acudían los familiares.
Su último proyecto en el hospital fue la creación de un Centro Social en 1976 que incluía una biblioteca, sala de conferencias y otra de exposiciones con los trabajos de los enfermos y discoteca, que no llegó a concluirse al completo.
Otro proyecto pionero fue la implantación de una granja de cerdos que llegó a tener 300 animales y en cuyas labores agrícolas colaboraban los enfermos.
Incluyo se cuenta que en la época de la Guerra Civil, aquí se refugió a gente de la resistencia hasta que pudieron sacarlos del país.
Durante sus primeros años, en Toén solo había hombres, las mujeres eran ingresadas en el Hospital de Conxo, y no fue hasta 1982 cuando se producirían los primeros ingresos femeninos.
El ingreso en este Centro no era fácil, había ciertas plazas públicas que estaban siempre ocupadas y los particulares que quisieran ingresar aquí un familiar, debían de disponer de buen capital.
Se queda uno estremecido al leer que tanto en este hospital como en otros españoles, hasta mediados de los años 70, se utilizaban técnicas como el electroshock o inyecciones de aguarrás.
En el año 2010, los trabajadores del centro ponen una denuncia ante la Xunta en la que demostraban la precariedad de las instalaciones y la falta de medios, pero no sería hasta el año 2012 cuando se procede a su cierre con el traslado de los 55 pacientes con los que contaba al Hospital de Piñor, que hubo que reformar para adaptarlo a las exigencias de este tipo de enfermos ya que estaba pensado en principio para enfermos tuberculosos.
Cuando se procedió al traslado, los vecinos se oponían y lo veían con tristeza, ya que durante décadas el centro fue un motor importante en la economía de la zona al ver sus bares llenos, el empleo que generaba, además de las ventas de provisiones para la comida de los enfermos.
Tras el cierre de las instalaciones, el Sergas mantuvo vigilancia durante un año para evitar saqueos, pero en cuanto se dejó el acceso al recinto libre comenzaron los robos y la destrucción de las dependencias a pasos agigantados.
Se pueden ver multitud de fotografías por la red en las que se aprecia como año tras año la destrucción y la desolación invaden el lugar.
La visita a las instalaciones la hemos realizado en el año 2015 y las fotos pertenecen a esa época. Es increíble pero me han contado personas que han visitado el lugar en el año 2018 y "ya no queda nada", lo han roto todo, tirado paredes y tabiques, saqueado muebles y enseres, levantado suelos, reventado techos... incomprensible pero gente despiadada y desalmada siempre la hubo.
Nosotros aún pudimos ver alguna ventana todavía entera con sus cortinas, algún mueble sin destrozar, bastante material en sus talleres, en las habitaciones alguna cama, una sala con más de 20 colchones prácticamente nuevos apilados, material médico, alguna documentación, así como un armario con multitud de llaves con el letrero de la sala a la que pertenecían, por ello también era conocido como el "Sanatorio de las llaves".
El conjunto contaba con varios edificios en los que cada uno de ellos tenía una función, siendo el que hacía funciones de lavandería el primero que nos encontramos al llegar, junto a varios carteles indicando el camino hacia Urgencias, talleres, vivienda del director, cafetería, Consultas...
Tiene varios puntos de acceso y aún conserva sus carreteras asfaltadas para ir de un edificio a otro.
La estampa es desoladora a medida que recorres las instalaciones.
Cristales rotos, puertas reventadas, todo en mil pedazos vayas por donde vayas
Fuentes de consulta: www.decadenciaurbana.com
udocentepsiquiou.wordpress.com
Una lástima su estado actual, tuve la suerte de poder verlo en 2014 cuando aún estaba bastante en buen estado... ¡Un saludo!
ResponderEliminarComo puedes ver en el artículo, las fotos son de nuestra visita en el 2015. Ya me han comentado que en el 2019 casi no quedaba nada en pie en el interior 😒
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