Dada mi afición a los faros y que estábamos de paso por la Mariña lucense, no podíamos perder la oportunidad de irnos hasta Xove para conocer el Faro de Roncadoira.
Una vez dejada la carretera general que viene de Viveiro y continúa por el Cantábrico hasta Foz, hay que coger un cruce a la izquierda cuya señalización solo nos indica la Playa de Esteiro y la de Portocelo, nada del faro pero se llega. Eso sí, carreteras estrechas y cruce para aquí y cruce para allá... menos mal que el gps pocas veces nos falla!
Al llegar a Punta Roncadoira hay una explanada asfaltada junto a la casa de servicio y un camino a la derecha nos lleva hasta la punta del espigón donde está situado el faro. Este camino empedrado con su balaustrada al borde del mar fue realizado en el año 2009 según hemos podido comprobar en la página de la Autoridad Portuaria de Ferrol, antes el acceso era por un camino de tierra y el faro estaba sobre una plataforma cuadrada de hormigón que lo afeaba bastante.
Subiendo hasta las piedras que están a su lado, es donde se obtienen las mejores vistas al Mar Cantábrico con la Illa Ansarón al norte e incluso se vislumbra a lo lejos su vecino el Faro de Estaca de Bares.
El faro es una torre cilíndrica blanca de unos 13 metros de altura de sencilla construcción ya que cuenta con una historia reciente, entró en funcionamiento por primera vez de forma provisional en 1984, y de forma definitiva dos años después. En 1993 es reformado su equipo luminoso y monitorizado para ser supervisado desde el Centro de control situado en el Puerto de Ferrol.
Unos paneles informativos en la entrada nos indican su historia:
La entrada a la ría de ría de Viveiro estaba marcada por dos luces situadas en los extremos, una en el Monte Faro y la otra en Punta Socastro, que es la baliza que está al final de la ruta del Fuciño do Porco, pero la del Monte Faro era un "facho", o sea, una hoguera o antorcha que se encendía solo en ocasiones puntuales de mal tiempo y escasa visibilidad en lo alto de una torre donde estaba el vigía.
Pero estas luces eran insuficientes para los barcos en una costa bastante complicada por los acantilados y el constante batir del mar, por ello era necesario instalar otra en este punto y que enlazase con los faros de San Cibrao y Estaca de Bares.
Del peligro que esconden estas aguas son testigos los barcos hundidos en este punto como el vapor inglés Castle Dore en 1951 y el Pepe Luis en 1956.
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