Si estás o pasas por Viveiro, unos de los lugares indispensables para visitar es subir hasta el Monte de San Roque, muy cerca de la villa, donde se sitúa un amplia área recreativa totalmente acondicionada para disfrutar de una tarde de pic nic, vistas y recorridos senderistas por la naturaleza.
Este área fue inaugurada en el año 1977 y lo primero que hacemos al llegar es usar uno de sus amplios aparcamientos que tiene en su entrada para dirigirnos al mirador que es uno de sus atractivos, para contemplar la ría de Viveiro a 350 metros de altitud, con las marismas formadas por el río Landro y el puerto pesquero de Celeiro.
Cuenta además con una pequeña tienda de regalos y dos restaurantes.
Un balcón a la ría formado por una balaustrada de madera situada en la parte delantera de la Capilla de San Roque
Su construcción se retrotrae hasta finales del siglo XIV aunque fue fundada en el XVI y restaurada en el año 1963; está dedicada al Santo que libró de la peste negra al pueblo durante la Baja Edad Media.
La peste hizo que las puertas de acceso a Viveiro se cerraran en el siglo XIV para evitar la propagación de la enfermedad, y gracias ello evitaron una segunda epidemia que afectó a la zona siglos después.
Aquí se celebra una gran romería cada 16 de agosto en la que multitud de familias se reúnen para celebrar el día del santo, acudir a misa y procesión y la comida campestre a continuación en su amplia área recreativa dotada con zonas verdes, barbacoas y mesas en piedra.
A escasos metros de la capilla bajando un pequeño terraplén está la indicación que nos lleva por un sendero a la CUEVA DEL SANTO, un espacio recuperado por la Comunidad de Montes en el año 2018, que llevaba años oculto entre la maleza.
Dentro de la pequeña oquedad está la talla en piedra de San Roque y su perro mirando al pueblo de Viveiro, obra del escultor Abraham Corujo, protegida con una verja y al lado un cartel indicándonos la historia del lugar en el que nos cuenta como Gonzalo de Velaira, vecino de Viveiro enfermo de peste como la mayoría de los habitantes de la villa en el siglo XVI, logra a duras penas llegar al monte. Al llegar a la cima ve una cueva tallada entre las peñas y en la entrada un hombre vestido como un vagabundo, con sombrero y un bastón de peregrino, que le invita a entrar. Al lado estaba un perro que le lame sus heridas.
Gonzalo entra en el pequeño habitáculo en el que apenas caben ellos dos y en un rincón un zurrón, una manta para dormir y unas pocas provisiones que llevarse a la boca. Le cuenta al mendigo los problemas que padece la Villa, mientras oyen tañer las campanas de todas las iglesias al unísono en señal de dolor.
El mendigo le dice que se llama Roque y le pide que recen y le pidan a Dios que cure rápido la horrible epidemia. Éste recoge sus pocas pertenencias y mirando por última vez hacia Viveiro invoca una oración rogando cese la plaga y se va monte arriba en dirección al Penedo do Galo con su perro.
Al cabo de unas horas Gonzalo baja a la Villa y se la encuentra totalmente cambiada, la gente corría alegre por las calles y gritaban "milagro, milagro, se ha marchado la peste"
Gonzalo cuenta su encuentro con Roque a las autoridades locales que deciden visitar la cueva y construir una ermita; además de nombrar a San Roque como copatrono de Viveiro.
Por ello se considera a San Roque como "abogado de la peste"
Al lado, encima de una pequeña roca, aparecen las huellas de unos pies que si nos ponemos justo encima y miramos entre las dos rocas que sobresalen del suelo en forma de menhir, estaremos observando el norte.
En la misma rehabilitación de la zona del año 2018 se instaló un "banco" que está muy solicitado para contemplar la puesta de sol y al lado unas peñas coronadas por una cruz que según las leyendas es donde apareció el Santo de Montpellier.
En 1995 se trasladó desde Fontecova desmontado pieza a pieza y rehabilitado, el hórreo que vemos en el parque.
Otra de las Leyendas del lugar nos relata la historia ocurrida entre los Santos Martiño y San Roque.
En cierta ocasión San Roque y San Martiño tuvieron una discusión y cada santo marchó para su monte. Más no acabó ahí el lío.
Desde que llegaron cada uno a su otero, San Roque comenzó a tirarle piedras a San Martiño pero no le acertaba. San Martiño se burlaba de la mala puntería de San Roque y este se enfadado tanto, que le tiró todas las piedras que había en su monte y no dejó una.
Será por eso que el monte de San Roque no tiene una sola piedra y, el monte Castelo (donde se encuentra la capilla de San Martiño), tiene muchísimas??? en fin, ahí lo dejo.
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