Ribadelago, historia de tristeza y desolación (Sanabria)


En nuestra estancia por las cercanías del Lago de Sanabria, era una visita indispensable acercarse hasta el pueblo de Ribadelago Viejo para conocer de cerca "la historia de la tragedia". Habíamos leído mucho y visto multitud de documentales al respecto que circulan por internet lo que acrecentaba más nuestra curiosidad.

A pesar de que sus gentes se recuperan con resignación de la desolación sufrida un 9 de enero de 1959, recorrer sus calles nos acerca a ese fatídico momento. Y si el día tiene un color gris plomizo, con niebla y amenazando lluvia por momentos, como nos pasó a nosotros... el ambiente está servido.

Lápidas vacías en las fincas donde un día había una casa, un hogar, y sus dueños han fallecido. Cruces y monumentos a un recuerdo imborrable nos acompañan en todo momento por sus estrechas y empinadas calles orientadas al curso del río Tera que hoy en día apenas cuenta con 40 habitantes.




El día que nos acercamos al lago era gris y plomizo, pinteaba en ocasiones y eso hacía que le diese, todavía más si cabe, más dramatismo al entorno.
El pueblo viejo es pequeño y se recorre bien a pie, así no nos perderemos detalle. Hay una ruta de senderismo marcada que nos llevará hasta la presa de Vega de Tera, causante del desastre de la inundación.


Cruzando el puente sobre el río, nos encontramos ya el pueblo nuevo, Ribadelago de Franco que ahora es conocido como Ribadelago Nuevo, aunque todavía en el centro del pueblo figura la señal con el nombre antiguo.
El lugar y los materiales elegidos para la reconstrucción de las vidas de los vecinos, no fue afortunada y contaron con su rechazo. La verdad es que aún a día de hoy, choca bastante. Parecen las casas típicas de obreros que se construían al borde de una presa o de una gran obra de la época, que nada tiene que ver con los hogares típicos de piedra de la zona con las que contaban.




Historia:
Un frío día de invierno de enero de 1959, el pueblo se despierta, pasada la media noche, con el estruendo del agua bajando por el estrecho valle hacia el pueblo sin poder remediarlo. Se había roto la presa de Vega de Tera, situada 9 kilómetros río arriba que formaba parte de  un sistema más amplio de lagos artificiales y canales denominado Salto de Moncabril.

La deficiente construcción del embalse siempre estuvo rodeada de polémica y al intervenir en ella muchos vecinos del lugar, siempre se habló de que cualquier día ocurriría una catástrofe. Y así fue.
Una enorme masa de agua, barro, piedras y todo lo que encontraba a su paso, arrasó el pueblo de Ribadelago causando la muerte a 144 de sus habitantes. Se convirtió en la mayor tragedia de León en cuanto al número de víctimas mortales y la segunda mayor catástrofe de España causada por la rotura de un embalse.
Muchas de las edificaciones fueron destruidas, así como el ganado que era el sustento de los vecinos.
De las 144 personas fallecidas, tan sólo fue posible recuperar 28 cuerpos y los restantes se encuentran en el fondo del Lago al que fueron arrastrados.
Como consecuencia de la ubicación del pueblo y la falta de medios de la época, las primeras ayudas  no llegaron hasta la mañana siguiente, y también estuvieron rodeadas de polémica. Ayudas de alimentos que nunca llegaron, ayudas económicas escasas politizadas e indemnizaciones ridículas por persona fallecida. La vida de un hombre valía 95.000 pesetas, una mujer 80.000 y un niño 25.000. Sin comentarios...
El proceso judicial posterior seguido en la audiencia Provincial de Zamora culpó en exclusiva a un encargado de obra, mientras que los directivos de Hidroeléctrica Moncabril, titular de la explotación, señalados en el proceso resultaron con penas tan ridículas que nunca ingresaron en prisión.
A día de hoy, familiares de las personas fallecidas, están todavía luchando por esclarecer y sacar a la luz todas las tropelías que se cometieron en su día y que el régimen franquista ocultó.




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