Nos disponemos a conocer un poco la ciudad de Zamora, y es que, quisimos alargar tanto el día, que casi no nos quedó tiempo para dedicarle a esta bonita ciudad cargada de historia. Por que ... no se conoce Zamora en una hora! lo sé, pero lo hemos intentado.
Como solemos hacer cada vez que queremos conocer lo más emblemático de una ciudad, nuestra idea es dirigirnos al casco antiguo.
A orillas del río Duero, con un bonito paseo a ambas orillas del río, vemos el Puente de piedra o también conocido como el Puente Nuevo.
Un puente románico con 16 arcos cuya construcción data de los siglos XII y XIII, que une ambos lados de la ciudad. Su nombre de "nuevo" se debe a que sustituyó a otro más viejo levantado sobre uno romano, situado aguas arriba, y del cual se pueden ver todavía sus restos frente a las Aceñas de Olivares que será nuestra siguiente visita.
Estas "aceñas" son las más antiguas de Zamora, ya que hay referencias de ellas en el año 1082. En el siglo XVI eran siete, perteneciendo dos de ellos al Monasterio de Santa Clara.
Tras su rehabilitación, se abren al público en el año 2008 y en ellas se sitúa el Centro de Interpretación de las Industrias Tradicionales del Agua, donde nos enseñan su funcionamiento y la importancia que tuvo el aprovechamiento de los recursos del agua del río para la actividad económica de la zona. Se molía grano y se trataban lanas y pieles.
La silueta de sus murallas nos acompaña, y nos dirigimos a su interior para conocer gran parte de su historia, ya que su casco antiguo fue declarado conjunto histórico-artístico en 1973.
3 recintos amurallados poseía en el siglo XIII!!
Calles empedradas con jardines muy cuidados y grandes casonas nos guían hasta la Catedral.
En el lugar que ocupa hoy, estaba situado el templo visigodo del Salvador. Sorprende una edificación románica robusta y lisa, y es que fue edificada en tan solo 23 años y además fue utilizada también como cárcel. Remata en un espectacular cimborrio con cúpula adornada con escamas de piedra. Aún se pueden observar alguna grieta en ella por causa del famoso terremoto de Lisboa de 1755.
Si vais con tiempo, no os perdáis el Museo Catedralicio situado en la planta alta del claustro, que cuenta con una valiosa colección de tapices flamencos del siglo XV así como de esculturas.
Siguiendo los hermosos jardines del Parque del Castillo, ya lo vemos ahí enfrente:
el Castillo
Su entrada es gratuita, sus vistas a la ciudad desde lo alto son privilegiadas, con una cuidada rehabilitación que no desentona con el entorno... todo favorable para no perdérselo.
Su construcción data del S.XI bajo el reinado de Fernando I y posteriores rehabilitaciones. Tiene planta trapezoidal rodeada de un profundo foso.
Hay varios miradores a la ciudad y al río a lo largo de la muralla, nosotros nos decantamos por el Mirador de Troncoso:
Se está haciendo de noche y el tiempo no nos da para más. Queda mucho y mucho por ver, volveremos seguro!!
Cómo llegar:
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