Una de las rutas que teníamos programada en nuestra corta pero intensa visita por tierras Leonesas era la de conocer el norte, la Montaña. Así que recorriendo la carretera LE-315 a orillas del río Torío y tan solo a 40 km de León, vamos a conocer Vegacervera y sus Hoces dentro de la Reserva de la Biosfera de los Argüellos.
Muy cerca de aquí están las famosas Cuevas de Valporquero, una visita obligada si no las conoces; nosotros habíamos estado hace algunos años, por lo que preferimos descubrir nuevos horizontes y dejar las Cuevas para otra ocasión.
Nuestra primera parada fue en el pueblo de Solana de Fenar que nos quedaba de camino, para conocer unas curiosas formaciones geodésicas llamadas Las Barreras, también conocidas como Las Medulillas por su gran parecido -aunque en esta ocasión de origen natural. En esta entrada las podéis ver con más detalle Las Barreras
Seguimos carretera y ya tenemos Vegacervera a la vista. Nos recibe una gran escultura de un chivo, animal típico de la zona y gracias al cual se elabora uno de los platos típicos que no dejéis de probar, la cecina de chivo... buenísima!
Justo desde aquí parte un bonito paseo a orillas del río Torío que nos conduce hacia el centro del pueblo con zonas verdes, mesas y bancos de madera; su puente medieval que nos ofrece unas bonitas vistas a ambos lados y que es conocido aquí como "el puente romano". Un poco más adelante si os apetece y el tiempo lo permite, hay habilitada una zona para el baño. Una playita fluvial con zona de recreo para poder tomar el sol. Ahh se me olvidaba!, también hay un camping a orillas del río por si queréis disfrutar del entorno más de un día. Dispone de bungalows, bar y piscina, un lugar ideal para desconectar y descansar desde luego.
Paseo, cafecito, muchas fotos y seguimos nuestro camino...
Continuamos por la misma carretera río arriba, que va hacia Cármenes, y ya entramos en las Hoces... maravillas hemos oído hablar de ellas, a ver si no nos defraudan!
y no, no nos han defraudado. Qué maravilla!!! Una garganta de gran belleza que la erosión de sus rocas calizas altísimas y verticales sobre la estrecha carretera hacen que te sientas pequeño, muy pequeño. No os perdáis detalle, hay unos puentes que atraviesan el río tras los cuales se puede aparcar (si no hay muchos coches) y aprovechar para contemplar la zona.
Nuestra visita fue a finales del mes de Agosto, y tras un año de gran sequía, el río no baja muy abundante por la zona, pero todos pensamos lo mismo, y al regresar al coche la frase fue unánime: Aquí hay que volver en invierno!!! y es que tiene que ser un espectáculo diferente.
Justo a la salida de las hoces, tras un túnel, encontramos el Calero de Felmín y su mirador.
Unas empinadas escaleras nos llevan a su cima desde la cual tenemos unas bonitas vistas a la montaña.
Funcionando hasta hace apenas unas décadas, la cal era un gran reclamo para la construcción desde la antigüedad. Sería tras la Guerra Civil española cuando este calero tuviese una actividad importante, llegando a trabajar de sol a sol para que su horno no se apagase durante la noche y poder cocer las piedras calizas de la zona.
Zona de gran belleza por algo estamos en la Reserva de la Biosfera de los Argüellos
Cómo llegar:
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