Dentro de nuestra pequeña incursión en el Parque Nacional de la Peneda-Gerês en Portugal y concretamente en el concelho de Arcos de Valdedez se encuentra esta pequeña aldea de Soajo que bien merece una visita.
Sus calles empedradas con sus casas de granito, nos guían hacia la plaza donde se alza el popular "pelourinho" que fue declarado Monumento Nacional en 1910. Se trata de una figura con cara antropomórfica coronada por un triángulo que parece darnos la bienvenida a la aldea donde solo se respira paz y tranquilidad.
En el punto más alto del pueblo y dominando el valle entre grandes rocas, está uno de los conjuntos de hórreos más bonitos que he visto, aquí los llaman "espigueiros"; se trata de un conjunto de 24 hórreos construidos en piedra que datan de los s. XVIII y XIX, donde los vecinos guardaban los cereales al resguardo de los animales. En todos ellos, su tejado remata en cruces que representan protección divina según la tradición.
Disfrutar de las vistas desde lo alto es indispensable.
Aunque se trata de un pueblo que aparece en medio de la nada, hay dos buenos restaurantes donde podremos probar las especialidades locales como son la carne de ternera de raza barrosã y el cabrito de la sierra. Así mismo también ofrece alojamientos rurales.
Desde aquí parten varios senderos por la zona que discurren entre cabañas de piedra, espigueiros y prados como el Trilho do Ramil, el Caminho do Pho y el Caminho do Fé, y siguiendo la carretera que nos lleva hasta el pueblo de Cunhas, se encuentran unas pozas habilitadas para el baño llamadas Poço Negro.
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